...ha tenido que pasar algún tiempo para que los psicólogos y los economistas del comportamiento analicen este hecho. Ahora han empezado a estudiar el extraño impulso de dejar para mañana lo que podría disfrutarse hoy.
¿Por qué, por ejemplo, es tan difícil encontrar tiempo para visitar monumentos que tenemos al lado de casa? Las personas que se han trasladado a Chicago, Dallas y Londres van a menos lugares de interés locales durante todo su primer año de residencia que un turista típico durante una estancia de dos semanas, según un estudio (...).
Cuando no hay un plazo tope inmediato, es probable que pospongamos la visita al zoo de esta semana porque damos por hecho que estaremos menos ocupados la semana que viene (o la siguiente, o el verano que viene).
(...) Por eso es más probable que aceptemos un compromiso para el año que viene como el de dar un discurso, algo que rechazaríamos si nos pidiesen que encontrásemos tiempo para ello el mes que viene. Esto genera lo que los investigadores llaman el efecto "Sí... ¡Maldita sea!": cuando llega la hora del discurso al año siguiente, descubrimos con amargura que seguimos tan ocupados como siempre.
Una vez que se empieza a aplazar el placer, esto puede convertirse en un proceso que se perpetúa a sí mismo si se pone la vista en algún nirvana imaginario.
(...) Recuerden el consejo que le dan en la película Entre copas al personaje de Miles, que ha estado aferrándose a un Cheval Blanc de 1961 durante tanto tiempo que éste corre el riesgo de estropearse. Cuando Miles dice que está esperando una ocasión especial, su amiga Maya pone las cosas en perspectiva: "El día que abras un Cheval Blanc de 1961, ésa será la ocasión especial".
John Tierney, "¿Carpe diem? Éste es el momento", en New York Times, en Ciberpaís nº586, El País, 14.01.2010.
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