Siempre me acuerdo de un ensayo de Alan Bownes, ex-director de la Tate, de mediados de los 80, que cuando intentó mirar cómo la obra de un artista llega a ser importante, qué proceso sigue para conseguir el reconocimiento, lo cifró en cuatro estadios que tenían que ir progresivamente cumpliéndose, cuatro sistemas consensuales en los que sin el primero no se podía acceder al segundo y así sucesivamente. Decía: la obra de un artista primero es reconocida por los artistas, si esto sucede puede ser que esa obra pase al segundo nivel, donde es reconocida por esos agentes que la pueden situar en la historia, es decir, los críticos y los historiadores; si esto sucede puede entrar en un tercer estadio en el que sería reconocida por aquellos que introducen la obra en el plano de la economía, marchantes, galerías..., el mercado, en definitiva; y si esto sucede entonces el público puede acceder a la obra. Esto le funcionaba desde Van Gogh hasta David Hockney perfectamente, pero yo creo que esto ha cambiado. (...) Hoy en día ha cambiado todo porque el artista ya no es el primer escalafón de reconocimiento, ha descendido.
Juan Luis Moraza, entrevistado por Rosa Olivares en Exit Express nº36, mayo de 2008, Madrid.
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